Buenas prácticas de seguridad informática para clínicas dentales

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La tecnología y la informática están cada vez más presentes en nuestro trabajo, y en nuestras vidas en general. Las clínicas dentales no van a ser menos. Pasamos gran cantidad de horas frente a las pantallas de ordenadores, tablets y smartphones. Por ello la seguridad informática es crucial. En ocasiones no le damos la importancia que merece, y por desgracia solo despertamos cuando sufrimos algún problema grave como puede ser rotura del equipo, virus que afecta a su rendimiento y a la privacidad de tu información, etc. No dejes que eso ocurra. Desde hoy comienza a implementar esta guía de buenas prácticas informáticas para tu clínica dental que, al fin y al cabo, se basa en aplicar el sentido común al uso que hacemos de nuestros equipos informáticos en el entorno laboral.

Buenas prácticas de seguridad informática para clínicas dentales

Ten listo tu antivirus

Los virus y spyware son una amenaza continua. Llegan a causar problemas graves en el funcionamiento del ordenador. Además pueden exponer información privada y datos personales. Solo de pensarlo nos entra un sudor frío… Ten en cuenta que incluso puede llegar a verse comprometida toda la seguridad de la clínica con tan solo un equipo afectado. Así que no te la juegues. Instala siempre un antivirus, y que sea en todos los ordenadores de la clínica. No olvides, además, tener siempre una suscripción activa al antivirus.

Protege la red WiFi

Las redes WiFi que no están bien configuradas son autopistas para las vulnerabilidades informáticas. Protege la de tu clínica con una contraseña fuerte (más abajo veremos cómo hacerlo) y no le des acceso a tus pacientes. Para tus pacientes lo más aconsejable es que generes y configures una red de invitados. Volviendo a esa red “principal”, lo más seguro sería ocultar la SSID para que tu red no aparezca en el listado de redes WiFi disponibles. Esto quiere decir que para conectarse por primera vez habría que conocer el nombre. Otra medida de seguridad puede ser filtrar el acceso por dirección MAC (es una dirección física única para cada dispositivo). Si todo esto te suena a chino, contacta con un experto en seguridad informática para que realice la configuración de forma correcta. 

Huye de las WiFis abiertas

Seguro que lo has escuchado en alguna ocasión: las redes públicas pueden llegar a ser muy inseguras. Es una práctica habitual trabajar en movilidad con nuestro portátil, ya sea en la estación de tren, en el aeropuerto, en una cafetería… ¡Huye de estas redes! Será mucho mejor que compartas los datos desde tu smartphone.

Di ‘hola’ a las contraseñas seguras

Antes hablábamos de proteger la red WiFi con una contraseña fuerte. Evidentemente no solo debemos proteger la red WiFi sino el acceso a nuestro equipo y a información sensible. ¿Cómo debe ser una contraseña? La respuesta es secreta y robusta. Con la primera nos referimos a que las claves compartidas no son seguras. Y con robusta queremos decir que la probabilidad de descubrirla es mínima. Ya sabes, nada de fechas de nacimiento, nombres de seres queridos, etc. Recuerda siempre: 

  • La contraseña debe tener una longitud mínima de diez caracteres
  • Debe contener minúsculas, mayúsculas, números y símbolos
  • Usa una contraseña distinta para cada servicio

Y ya que estamos hablando de contraseñas seguras, no olvides proteger los accesos a los ordenadores de la clínica configurando su bloqueo. Es decir, cuando el equipo esté inactivo, se bloquea la pantalla y debes volver a introducir la contraseña. 

Los equipos de tu clínica, siempre actualizados

La mayoría de actualizaciones de software tienen la finalidad de mejorar la seguridad solucionando y evitando posibles vulnerabilidades. Por ello debes mantener actualizado el sistema operativo de tu equipo, el antivirus y por supuesto todos los programas que uses. Evita “llenar” tu equipo de aplicaciones que luego no vas a utilizar. 

Establece un control de acceso a los equipos

A tu información solo deberías tener acceso tú. Debemos controlar muy bien quién entra en los ordenadores de la clínica y a qué información pueden acceder. Para ello, puedes configurar distintos usuarios en tu equipo. Quizá trabajas con un portátil. En ese caso normalmente irá contigo allá donde vayas, e incluso se lo prestarás a tus hijos o amigos en algún momento. En ese caso mucho mejor que entren en tu equipo usando un usuario invitado, y no el tuyo.

Aliados para siempre: las copias de seguridad

No venimos a descubrir la pólvora. El deber de hacer copias de seguridad continuamente lo conocemos todos. Y lo peor es que en ocasiones descuidamos este consejo que nos han dado mil veces. En el día a día de tu clínica vas almacenando cantidad de información importante (normalmente a través de tu programa de gestión dental). Perderla sería un desastre y tendría efectos económicos. Por ello estamos aquí para recordártelo una vez más: configura en la clínica un protocolo de backups, con copias de seguridad constantes en todos los equipos informáticos que tengas, con backups fuera de la clínica, y con restauraciones periódicas en un entorno seguro para comprobar que las copias se están haciendo de una forma correcta. 

Buenas prácticas… También en la nube

Si vas a usar servicios online tienes que estar muy seguro de que las empresas son de confianza. Por supuesto elige siempre contraseñas seguras (ya sabes, secretas y robustas) y no te conectes a estos servicios desde cualquier dispositivo y en cualquier red WiFi. 

Bonus: mantén a salvo el sitio web de tu clínica dental

Tu establecimiento en Internet es tu sitio web. Al igual que cuidas la seguridad de tu clínica, debes hacerlo también con tu presencia online. Haz copias de respaldo del sitio web de forma periódica y mantenlo actualizado para evitar brechas de seguridad. Pero eso sí, no te aventures a hacer estas tareas sin conocimiento previo. Cuenta con el asesoramiento de un profesional.

Y hasta la aquí la guía de buenas prácticas de seguridad informática para tu clínica dental. Si estabas descuidando la seguridad en algunas parcelas, no dejes pasar ni un segundo más y ponle remedio. Si ya nos lo decían nuestras madres desde que éramos bien pequeños: más vale prevenir que curar.